Edilson Álvarez, Jorge Hurtado y Fernando Montes son tres campesinos del Guayabero, una región ubicada en los límites de los departamentos del Meta, el Guaviare y el Caquetá, cuya principal actividad económica es el cultivo de hoja de coca. En esa alejada zona de Colombia, la población ha sufrido las consecuencias del conflicto armado, y desde el 2018 ha sido perseguida por las fuerzas armadas del Estado, que adelantan operativos militares para erradicar forzosamente los cultivos ilícitos. En el 2017, Edilson, Jorge y Fernando, con el apoyo de las comunidades rurales, fundaron el medio de comunicación comunitario Voces del Guayabero, para denunciar la cruda realidad a la que están sometidos.
Por: Lina Álvarez
Cuarenta campesinos almorzaban sancocho en la finca de Jorge Hurtado. Desde allí podían ver sobre otro terreno de Nueva Colombia, en la vereda de Vista Hermosa, Meta, a los militares de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega que estaban a cargo del sargento Raúl Flórez y tenían la misión de erradicar los cultivos de coca.
Hurtado, el dueño de la finca, es un hombre sonriente de cuarenta años, padre de tres hijos, dos mujeres y un bebé, que llegó a la región del Guayabero desde Bolívar, Santander, buscando mejores condiciones de vida. Allí conoció a Leidy, con quien se casó y desea compartir el resto de su vida.
Dice que cultiva coca porque desde allí no es posible vender otros alimentos cultivados por los campesinos. Según él, es más fácil venderle la coca a la guerrilla o comercializarla en otro punto, que vender un bulto de plátano que llega negro a San José del Guaviare, después de siete horas de viaje desde Nueva Colombia.